Política maquiavélica
Para desviar la opinión sobre el caso Bárcenas,
Rajoy rezaba a Dios todas las noches pidiendo que ETA pusiese una bomba. Dios
hizo oídos sordos y se inventaron el conflicto de Gibraltar, como años antes la
Junta militar argentina se sacó de la manga lo de las Malvinas.
Con lo de Cataluña, acuñaron el eslogan de “la
mayoría silenciosa”. No es sorprendente, porque su principal estrategia
política es, si no se logra desviar la atención, callar y dejar enfriar los
problemas. Esta última estrategia se llama castizamente “a la chita callando” o
“a Dios rogando y con el mazo dando”, esta última con más propiedad si cabe.
Un día de estos sacan a prensa que la economía
española ha crecido (porque +0’1 o +0’099 es técnicamente crecimiento) y nos
harán creer que hemos salido de la crisis, que ya no hay problemas y que
vivimos en el país mejor del mundo mundial y todo (lo positivo) se lo debemos a
ellos.